Dramaturgia de Paúl Salazar Rivas.
PRODUCCIONES PEQUEÑO GRUPO. Algunas obras de teatro y reseñas relacionadas al trabajo dramaturgico y de dirección teatral de Paúl Salazar Rivas y la agrupación Teatral Producciones Pequeño Grupo. Reseñas del trabajo como actriz de Aura D'Arthenay.
lunes, 31 de diciembre de 2018
Juramento para Aura
Te aseguro Aura Esperanza, por mis errores, mis pasos en falso y la certeza de mis dudas que seguiré descubriendo matices distintos en tu sonrisa. Pongo mi alma en garantía –en el mismo cielo donde empeñé mi razón por ti- que intentaré cuidarte en este bosque tenebroso que se ha vuelto la vida y seguiré haciendo de el un lugar seguro tal cual lo son tus manos -un castillo protector-. Juraría por mi honor, si llegase a ser necesario, que hurgaré en nuestro repleto pasado para hacer espacio y acurrucarnos protegidos de este extraño presente y desde ahí tomar fuerzas para seguir adelante. Palabra de caballero descalzo y tímido que esos 26 metros cuadrados que llamamos hogar seguirán siendo suficientes para no poner límites a nuestra felicidad. Pongo de por medio cada canción de amor de Serrat que haya sido plagiada usando falsas metáforas, cada cuento de Massiani que el maestro no escribió por estar embriagado en el tormento de la genialidad y cada poema abandonado por algún niño enamorado de su profesora –pues los poemas no se terminan, se abandonan como a la niñez- que haré lo que sea necesario para que tus pasos sean firmes, tu descanso prolongado, tu memoria alimentada de futuro, tu calma sea calma y no solo silencio -que es otra cosa- y tu experiencia sea provechosa para lo que viene y no solo se acumule inútilmente en la arteria más pequeña del corazón de una de tus muñecas de papel. Como en el tribunal de un mundo imaginario, con una mano puesta en un libro de teatro en vez de una biblia y la otra alzada solemnemente ante la humanidad y no ante Dios, que jamás despilfarraré el brillo de tus ojos, el color de tus labios, la discreción de tus líneas de expresión y la silueta de tus pies. Caminando por tu espalda, confieso que seré lo que quieras que sea, a pesar de la molestia que mi acción ocasione a algún despistado, pues ese tributo no me hará sumiso, me elevará a la felicidad de tu ser que es el lugar más sereno, humilde y acogedor que conozco. Feliz cumpleaños, Aura. Que el testimonio de tu vida se mantenga todo el tiempo que la eternidad tolere, con salud y aplausos bien ganados con trabajo, que son los únicos que conoces. Te amo. 31 de diciembre de 2018.
viernes, 30 de noviembre de 2018
Café y Aura.
El café no sabe igual, tal vez sea el azúcar, me dicen. El
agua tibia está helada, pero es tibia, según. El arroz queda pastoso ¿Olvidé
hacerlo? Nada es igual que antes, me dicen. El cielo mantiene su azul hermoso,
lo veo igual, se mantiene. Como la mirada de Aura, siempre ahí. Habrá que
sostener la mirada hacia arriba por mucho tiempo, me dicen. Duele el cuelo.
Habrá que acostarse boca arriba al aire libre para apreciar algo que se
mantenga igual, me dicen. Luchar, me dicen. Que deje el pesimismo, me dicen. No
entiendo. Eso creía que estaba haciendo, luchar, me refiero. No he dejado de
trabajar, de estudiar, de hacer, esa es la única lucha que entiendo.
¿Pesimista? Esa no es la forma, me dicen. No entiendo. Me dicen tantas cosas, y
este café no sabe igual. ¿Olvidé hacerlo? Sus labios saben igual. Sigo.
Para Aura, que llegó.
Yo no buscaba actrices para realizar obras
no escritas, mucho menos iba a estar a buscando amores eternos que ni sabían
que existían. Yo no era el solitario que no había encontrado el amor frente a
un puente divagando si saltar o no al vacío de la cotidianidad. Ella llegó. Yo
quería ordenar mis sueños de papel. Yo tenía 21 descarados años con una maleta
llena de sueños que ni sabía estaban embalados. Yo era inseguro y cobarde, y me
entendía así, comprendan, los valientes dirán que deben existir los cobardes para saber quien escribirá
la historia. Yo no buscaba besos de valor. Yo no buscaba rebeldía en mi vida,
mucho menos en el cabello revuelto que adornaba su sonrisa. Yo no tenía voz,
pues algún silencio habría que haber en esta vida. Formas de comunicarme experimentaba
y llegó ella. Yo no sabía escribir, pero tampoco buscaba manuales de
ortografía, musas en las que no creo, yo buscaba maneras de enfrentar el
trabajo de juntar palabras, y ella estaba ahí. Yo no buscaba cómplices, maneras
para morir los diciembre y resucitar los abriles, socios para noches de luna.
Yo no buscaba la muerte perfecta que no es otra que entregarte ciegamente y sin
fin. Yo no buscaba entender los sutiles matices, tazas de café perfectas. Tuve
suerte, ella estaba ahí. Yo no buscaba escribir estas tonterías. Yo no buscaba
el perdón, cofres para guardar el temor, yo no buscaba donantes para mi
hemorragia de confusión. Yo no buscaba vendas sacadas de su piel para cubrir
las heridas conseguidas en ensayos con aquellos que el teatro es el pasatiempo
de turno. Yo no buscaba un país pues tenía uno, y ahora ella es mi mapa
perfecto que limita de norte a sur con mi cuerpo. Yo no buscaba esa sonrisa,
esa mano siempre tibia, ese enfado, ese silencio sagrado. Yo no buscaba esa
salsa para pasta hecha con nada y de la nada. Ella apareció como aparecen las
personas que de alguna manera siempre han estado ahí. Yo no la buscaba, tuve
suerte. Ella llegó.
Caracas. Noviembre 2018.
Caracas. Noviembre 2018.
miércoles, 24 de enero de 2018
Tengo miedo
domingo, 31 de diciembre de 2017
A propósito del cumpleaños de Aura.
A propósito del cumpleaños de Aura. Suelo recordar que ella estaba conmigo en momentos y situaciones donde en tiempo real sería imposible, sencillamente por que no la conocía en esas fechas. Entonces ¿Son esos recuerdos? No sé si es bueno, es malo, o si es sano. A mí me gusta esa travesura de la mente. Creo ver a Aura a mi lado la primera vez que siendo un niño muy pequeño conocí el mar, y creo que yo -ingenuo salvavidas- la cuidaba de no ahogarse, pues Aura, al igual que ahora, no sabía nadar. Me veo llegar al colegio ¿2 grado? para buscarla y contarle sobre un sueño donde inevitablemente ella estaba jugando conmigo a atrapar hojas bajo un árbol que las soltaba sin parar, el mismo árbol donde nos besamos por primera vez y sin tocarnos. Tengo e recuerdo de caminar con ella llevando sus libros por las calles de un Caripe remoto, para luego al doblar la esquina volver tranquilamente a Caracas, acostarme en casa pensando en ella y despertar en Liverpool o Barcelona, para salir corriendo nuevamente a Caripe, buscarla y convencerme que ella era real. Tengo la idea que la primera vez que leí “Piedra de mar” fue de una edición que ella me prestó, y que se la devolvería años después cuando juntamos nuestros libros en una misma alacena de sueños y café. Recuerdo algún verbo mal conjugado en una carta que no terminé, y ella calmándome solidaria a mi lado. La primera y única vez que intenté un poema, fue para Aura. Recuerdo, que con 10 años nos gustaba perder el tiempo para ganar vida jugando a atrapar hojas que caían naturalmente del árbol aquel ¿O fue un sueño que le conté? Mi primera navidad, ya con edad para recordar, la visualizo con ella destapando nuestros regalos y compartiéndolos mutuamente, jugando a carritos y muñecas, tímidos de vernos a los ojos, pero felices. Mi primer fin de año, creo recordar que fue a su lado. Es como si no hubiera tenido vida, no sin ella, pues un pasado distinto no me interesa, me disculpan la franqueza. Creo recordar como si hubiera sido ayer que el último 31 de diciembre de mi existencia en aquel manicomio que es la vida, con la cabeza repleta de recuerdos luchando en mi mente, le dije con las pocas fuerzas que tenía -Feliz cumpleaños, amor mío-. Creo recordar -no me llega el año- morir feliz y agradecido pensando en ella. Te amo toda, Aura de mi vida. Feliz Cumpleaños.
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