El 2 de mayo de 1991 –hace 25 años-, Aura y yo,
nos hicimos novios. El 3 de mayo de 1996, cinco años después -hace ya 20 años-,
nos casábamos por el civil, en la terraza del edificio, el mismo edificio y
urbanización -La Carlota- donde nací y crecí. Esa terraza está justo al frente de nuestro pequeño apartamento,
el cual hemos construido con amor, apartamento cuya oportunidad tuvimos,
gracias a mi madre, y mi hermana, Luzmila, y que consolidamos gracias a la
familia de Aura, a la mía, y nuestro esfuerzo. Para algunos esto pareciera
fácil, pues son apenas 26 metros cuadrados, donde las únicas puertas son la de
la calle y el baño. Ha sido duro, pero satisfactorio hacer un hogar en ese
pequeño espacio. Quiso el destino, que en esa terraza tuviéramos varios buenos
momentos, navidades, reuniones con amigos, incluso, algunos ensayos de obras de
teatro –ya no, nos lo prohibieron y acaté la orden de bajar el telón. Ya
sabemos algo de bajar telones, y seguir-. Hasta mariachis tuvimos en la terraza
el día de nuestra boda, los llevó Norma. Recién Nacido, tomé sol en esa
terraza, cosas de la vida. El 25 de mayo de 1996 –hoy, hace 20 años-, nos
casamos por la iglesia, en Caripe, el querido pueblo, donde Aura nació, creció
y donde vive su madre y gran parte de su familia, donde están sembradas
personas muy especiales para ella, la casa donde todos se reúnen cuando pueden,
y son felices, especialmente en navidad. A, Aura, la conocí en 1988, en la
Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo –ese era y sigue siendo su
nombre-, hace 28 años, recién llegada a Caracas, y recuerdo perfectamente el
día que la vi por primera vez –sin sospechar todo lo que viviría con esa mujer-,
le pedí que se tomara un café conmigo, pero juro, que no fue con ninguna
intención que no haya sido apoyar a una persona nueva en la escuela de teatro,
yo ya tenía un año de estudios ahí, y recuerdo lo duro que fue -al menos para
mi, persona tímida e introvertida- esos primeros días, rodeada de pronto de compañeros
extrovertidos, en pose de no sé que –algunos-, avasallantes, exhibicionistas,
maravillosos, distantes, locos, sensibles, complejos, desubicados –otros pocos-,
amigos, en fin –Éramos 86, solo en mi salón. Por cierto, dos de esos 86 fueron
a nuestra boda civil: Milagro y Ely. Mis compañeros de esa época son
inolvidables para mí-. Pocas veces lo he dicho, pero por aquel primer día de
clases, casi no hay un segundo día, apunto estuve de no volver, pero volví
–gracias Dios-. Tal vez le hubiese ahorrado a quienes no les agrada nuestro
trabajo en las tablas la labor teatral presentada hasta la fecha, lo lamentamos
de verdad, pero ¿Cómo hacemos?. Lo cierto es que ella, Aura, por alguna razón,
me inspiro acercármele y ser amable, cuidarla, querer que volviera el siguiente
día y no dudara en volver como lo hice yo. No fuimos muy amigos, los siguientes
años. La escuela de teatro era muy exigente, y cada uno estaba en los suyo,
pero siempre me agradaba su presencia. Luego, nos hicimos novios, tiempo
después. Luis Pardi, quien era el director de la escuela -para el momento-
tenía un año de fallecido, y por alguna razón, yo me sentía de duelo todavía, y
llegó Aura. Fue muy valiente Aura, al venirse a Caracas, dejar su hermosa casa,
su pueblo, ella tan joven, protegida de sus padres, de eso que llaman su zona
de confort. Su hermana mayor, Rosario, le avisó de una escuela de teatro y la
alojó en Caracas. Ella se vino para cumplir su sueño de ser actriz, de hacer
teatro. El balance es positivo, ella realmente es brillante, ha realizado
personajes muy buenos. Ha dado clases, dirigido, producido e inspirado cosas
buenas, en esencia, ella es actriz, pero es una persona de teatro integral. No
quiero hablar más de ese punto –no es la ocasión-, pues algunos compañeros
tienen extraños -o distintos- parámetros para medir el éxito, y lo importante
es que Aura, es buena actriz, muy responsable, comprometida, buena compañera, y
dadas la circunstancias, y como están las cosas, eso me parece casi una
excentricidad. Quiero pensar que he ayudado a ese sueño histrión de la flaca,
pero realmente es ella la que me ha ayudado a mí, aunque claro, todo lo que
hago es para ella y por ella. Somos un equipo, un Pequeño Grupo -con errores y
aciertos-, eso quiero pensar. Aura es una persona extraordinaria, desprendida,
humilde, honesta, muy trabajadora, y con un sentido del humor que debería
explotar más. Ella es lo que se conoce como: Una persona especial. Hoy, en este
mes de mayo de 2016, donde cumplimos 25 años de novios, y veinte años de
casados, pienso en mi papá, en mi mamá, en los padres de ella, y en Aura
–claro-, que es mi mundo, y lo será, por toda la eternidad, independientemente
de pase lo que pase con nuestras vidas. Yo apuesto a seguir a su lado. No me
tiembla la voz, ni el corazón, ni el teclado –prestado- con que escribo, ni el
alma al decirlo, se me hace natural. Sé que estas cosas molestan por las redes
sociales –aunque la mayoría ya habrá dejado de leer esto tan largo-, no es mi
intención restregarle mi felicidad a nadie, palabra, soy un ser humano con
muchos errores, pero discreto en lo posible, no hago esas cosas, pero esta vez
–no es irreverencia- no me importa el que dirán, ni los malos chistes que harán.
Me importa la verdad y testimoniar el momento. Siempre testimoniar. No se
equivoquen, Aura lo es todo. Uno es feliz a ratos, bueno, esos ratos, en
esencia son por Aura. Mi familia, claro, algunos breves momentos teatrales,
Miranda, pero todo está relacionado con ella. Feliz mes de mayo, 28, 25 y 20
años después, -según como lo mires-. Espero que Dios, la vida, el destino, la
suerte -o quien se encargue de ese detallito- me de vida para seguir el andar
en este plano, aunque si me fuera hoy mismo, si la muerte pisara mi huerto
–como dice Serrat- me iría con algunas angustias y arrepentimientos, sí, pero
indudablemente feliz –sabes lo que opino de la felicidad- y agradecido de los
padres que tuve, de haber intentado hacer teatro, pero definitivamente feliz de
haber compartido la vida, sueños, metas cumplidas, metas no cumplidas, besos, llantos,
carcajadas, duelos, complicidades, secretos, aplausos –los de ella-, música,
empanadas, viajes, libros, hojas en blanco, Piedra de mar, abrazos, ropa,
cepillos de dientes, vasos de agua, miserias, panes con queso –los de ella con
mantequilla, los míos sin mantequilla-, Caracas, Beatles, Luis Miguel –por
ella, claro-, Serrat, pañitos de limpieza, Soles, lunas, Padres, comidas
abundantes, resuelves, Caripe, temores, ideas, cargadas de pesadas maletas,
ídolos, computadoras, columnas lastimadas, comer en la cama, dolores de cabezas
por no tomar café, alivios, café, sobrinos, diagramaciones, familias,
eternidades y listas, con tan maravillosa mujer. –Caramba. Ser feliz en este
complejo mundo. Mérito tuyo, Aura-
Paúl (Para Aura)
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