Quisiera prometerte, Miranda -sin dramatismo y
seguramente con mucha cursilería-, por cada una de tus elaboradas travesuras,
tus besos obligados y los abrazos que te robamos. Por esa forma tan graciosa
como dices: “Se aproxima una tormenta”, que nada malo te pasará en este mundo,
donde tantas cosas malas pasan.
Quisiera prometerte, Miranda, amparado en un poder que no
tengo, y por lo juguetes que tuve alguna vez y los que no tuve también, que los
fantasmas que transforman tus sueños en pesadillas con esas mascaras feas –como
dices tú-, caerán bajo la espada de papel de nuestra protección, para que sigas
durmiendo feliz y toda choreta, como lo haces.
Quisiera prometerte, Miranda, que en un papel sellado y
firmado por Dios –o quien se encargue de los asuntos relacionados con los
niños- se asegurará que la vida será justa para ti y todos los infantes. Sin
trampa, al menos. Una batalla en buena lid con otras personas que hoy, como tú,
tienen esa tierna edad y andan por ahí despreocupados y hasta envalentonados,
sin idea alguna de la realidad.
Quisiera prometerte, Miranda, por aquel perro que no
pudimos tener, arriesgando las promesas pendientes del niño que ayer fui, que
ni una innecesaria lagrima tendrás que sufrir, y que tampoco a nadie –ni por
amor- le harás sufrir otra lagrima así.
Quisiera prometerte, Miranda, por esos momentos de
confusión donde me llamas papá, por las veces que pides las cosas con cara de
“por favor”, que correrás descalza por la terraza -como tanto te gusta-, al
menos hasta el día que yo no esté para escribirte cartas de cumpleaños que
nunca leerás.
Quisiera prometerte, Miranda, por tu desfachatez, por tu
desparpajo, por las manos y pies de Aura, por sus labios y sus secretos
benditos. Por la ansiedad y los temores de tu bisabuela, Ana. Por la sonrisa
eterna de tu bisabuelo, Ernesto –a quién no pudiste conocer-, por tu mamá, que
estarás bien, y que servirás para algo bueno, que como dice el poeta, eso debe
ser la felicidad.
Pero fíjate, Miranda. Hoy que cumples 3 añitos, estamos
aquí, felices, pero con temores y miedos. Tontamente navegando en la necedad de
vasos medio llenos o medio vacíos. Seguramente, y en el marco del
acontecimiento, deberíamos estar optimistas por ti y lo estamos. El optimismo
lucha sostenido en la sonrisa de Aura y la misma tuya. La cotidianidad de la
tristeza la tengo disfrazada de creatividad, que no es tal, en el fondo es
supervivencia e instinto de seguir adelante. Atropellando torpemente las últimas obras para
que no que se queden sin final, aunque nunca se lleguen a estrenar, -que lo
mismo, igual será-. Feliz cumpleaños, Miranda. Te queremos y te deseamos lo
mejor, todos.
Paúl y Aura
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