Tengo miedo


A veces tengo tanto miedo. Tengo miedo de auxiliar a una mujer llorando en la calle, a un hombre desmayado, a un niño perdido. El concepto de cobarde habrá que reinventarlo. Nunca me gustó arrojar piedras ante nada, sin querer dármelas de santo, solo lancé piedras frente al mar para verlas rebotar tantas veces sea posible, y resulta que ahora soy cobarde y soy culpable. No me escondo en metáforas. Tengo miedo de ayudar a un mendigo con un falso récipe médico y una historia inverosímil, a los artistas ambulantes que no cantan, no bailan y me miran amenazantes con la mano extendida después de su acto, a señores que acaban de salir de la cárcel por asesinato -según dicen- y solicitan una ayuda para no tener que volver a hacerlo. A pesar de mi miedo, preferiría el asalto. Pero tengo miedo. Tengo miedo de la mujer embarazada que se nos acerca extraviada, y lo peor, ya no sé si sentir esta vergüenza por mi miedo. Tengo miedo de la sentencia que me dice que mi miedo es inducido o que mi miedo es parte de un renacer. He llegado a tener miedo del anciano necesitado y temeroso, y hasta tengo miedo de su temor. Seguramente yo doy miedo con mi cara de miedo. Nos alumbra el mismo sol culpable de la vida en gran medida. Nos cubre el mismo indescriptible azul del cielo, y el mar sigue hermoso esperando repeler piedras indefensas de adolescentes que no piensan en su futuro, pues ya habrá edad para eso. Ese mismo sol que a veces nos maltrata. Distintos tonos de azul tiene el cielo y algunos de esos matices vaticinan tormentas. La prudencia y discreción dan miedo, pues todo se mezcla, y ya no sé si el miedo es de cobardes o te tontos o de valientes mal informados. Tengo miedo de esta piedra que tengo en la mano en lugar de mi torpe lápiz. Tengo miedo de mis pensamientos, de mi grito secuestrado por mi miedo. Se supone que no hay que tropezarse con la misma piedra y se han lanzado tantas. Se supone que debo ser valiente y luchar por lo que quiero, y tengo miedo de la torpe creencia de pensar que eso estaba haciendo mientras hacia lo único que se hacer de hecho. Habrá que reinventarse. Tengo miedo de esta profunda tristeza cotidiana de mi entender. Tengo miedo de mi miedo.

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