viernes, 8 de diciembre de 2017

“La disciplina artística en un mundo indisciplinado”


“La disciplina artística en un mundo indisciplinado”

Describir, criticar, reflexionar, denunciar, determinar causas y consecuencias y (si es posible) hacer una propuesta libre, son las pautas para un ensayo, según la última clase de Unearte en Dialogo, del día viernes 24 de noviembre de 2017. Uno de los temas tocados en esta clase fue el relacionado a la disciplina del artista. Debo confesar, que ese tema, me interesa mucho, o me mortifica, no sé bien. Sin querer caer en lugares comunes, estamos claro que toda actividad que requiere del ingenio humano debe estar signada por la disciplina. Pero ¿Qué es la disciplina? ¿Con qué se come eso? Podemos decir -aún sabiendo la complejidad del término- que la disciplina es el rigor, entrega  y pasión, con la cual enfrentas una actividad. El desarrollo de una metodología, la cual siempre se debe ir mejorando. Pienso que si esa actividad está ligada a lo artístico, puede ser que esa disciplina requiera de un extra, de algo más. Grandes triunfadores del arte han sido poseedores de una gran disciplina. Entiendo que en el arte -sin querer caer en clichés- se trabaja con los sentimientos a flor de piel, el ego, y la vulnerabilidad. El artista, está muy expuesto, en fin. Pero el rigor, el mantener ciertos códigos de ética e incluso de honor, hay que tenerlos siempre presente ¿Por qué? ¿Por fanatismo? ¿Por seguir costumbres? ¿Por estar locos por ser “artistas”? No. Sencillamente por mantener el más alto nivel posible de la actividad que realizamos, por respeto a los compañeros de trabajo y, muy importante, por respeto al público. Lamentablemente, en estos últimos años, hemos notado por observación, al menos en la gente de teatro –y quién esto intenta escribir tiene más de 25 años relacionado al medio- se ha perdido cierta disciplina, misticismos y rigor al enfrentar el hecho teatral. El llegar tarde a un ensayo, o no asistir, era algo impensable antes, no sé que tenía que pasar para faltar a una convocatoria, creo que la muerte. Hoy en día, la gente involucrada en un proyecto teatral falta a un ensayo por qué está lloviendo, por que hace calor o por que hay rumores en la calle. Entiendo que vivimos tiempos complejos, en una ciudad cada día más caótica, cuyos medios de transporte han desmejorado, pero, que no nos tiemble el pulso en decirlo, siempre han sido complejos los tiempos. Si alguien se tomó la molestia en llegar al ensayo ¿Por qué no pude hacerlo? ¿No son las mismas condiciones para todos? ¿El caos de la ciudad no es igual para todo el mundo? Hablo de un ensayo como parte de la metodología de trabajo, podría tocar otros aspectos y el resultado seria igual. La misma entrega se ha perdido, la pasión ¿Y no es entrega y pasión características importantes para nosotros? ¿Por qué? ¿Será que no nos salvamos de la descomposición social que atravesamos a nivel mundial en estos tiempos? ¿Será que son ciclos y ahora nos tocó este? Tal vez. Nosotros fuimos formados con profesores de alto rigor. No digo que los de ahora no lo sean, seguramente sí. Los cuatro profesores que nos han atendido en este período de transición han sido muy buenos, todos. Lo cortés no quita lo valiente. Simplemente digo algo que en lo personal viví. La Escuela de teatro de la que egresé hace 26 años, y la cual me tiene aquí en Unearte era de muy alto nivel de disciplina. En tiempos donde la palabra era ley, y un apretón de mano un contrato firmado. Una obra de teatro y todo lo que eso involucra era algo sagrado, eso recuerdo. ¿Será que se ha bajado la guardia en ese sentido? No lo sé, no quiero juzgar, no quiero caer en tremendismos, ni en comparaderas odiosas. Solo reflexiono, critico, denuncio, me desahogo y cumplo con las pautas de la tarea, pero pienso que es preciso que incorporen a los programas de nuestras escuelas de artes materias relacionadas al tema, pero de manera seria y formal, no un saludo a la bandera. No se si la asignatura ya existe, pero pienso que si ya está incluida, hay que replantearla, hay que darle una vuelta al asunto, pues algo pasa hoy en día donde el teatrero falta a una función con una facilidad, con un “a mi que me importa”, que asusta. El hacerlo, el revisar esa materia, no es un gasto, es una inversión, es preciso, es urgente.
Amigos, sin querer descubrir el agua tibia, en líneas generales necesitamos rescatar valores de honestidad, responsabilidad y compromisos, y nosotros, los artistas, no estamos libres de esto. Es importante. Los más beneficiados de esto, será el público, pero yendo más allá, será el país todo. Nunca dejaré de ser optimista. Aquí estoy reflexionando sobre el tema, pero apunto a mejorar. Lo que yo pueda hacer, lo haré.  
Termino agradeciendo, con respeto y sinceridad a la profesora Cleiber Carolina Zambrano, quién nos informó de detalles importantes para enfrentar esta nueva etapa de la vida, la de estudiante universitario con 50 años de edad. Nos motivó, y nos puso a reflexionar sobre estos temas, y eso se agradece. Quedamos siempre a su orden.


Paúl Salazar Rivas. Diciembre 2017.

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